Siempre nuestras charlas son de recuerdos, de momentos en que nos reíamos porque sucedió algo gracioso o porque sufrimos un poco con alguna experiencia; como aquella vez que caminamos kilómetros y kilómetros por una selva colombiana para llegar al legendario “Hoyo soplador” bajo unos 40 grados sin saber cuánto más faltaba, o como cuando mirábamos emocionados a la Torre Eiffel con luces encendidas en Paris, mientras navegábamos por el río Sena bajo una lluvia torrencial.
Ni hablar de nuestro Trekking por el Parque Nacional Los Alerces, donde finalmente hayamos al Inmenso Lahuán Solitario, o cuando caminábamos y caminábamos sintiendo ese frio alpino de Innsbruck corriendo por los pies. Pienso en Aquella noche Navideña bailando en la arena de una playa cubana, con los mismos pies que caminaron callecitas de Madrid, Roma y de Quintana Roo en México, los mismos que nos llevan por la playa “El Doradillo” En Puerto Madryn cuando vemos las ballenas saltar en pleno invierno. LOS PIES, SIEMPRE LOS PIES, Los que te llevan más allá, donde con vehículo no llegas, donde la naturaleza se muestra imponente en tu cara.
Amamos el Trekking, cargar la mochila y salir.